ROMY SORDOMEZ / VUELTA ALREDEDOR DEL PARQUE

piero quijano










Dime en qué piensas cuando coges la bicicleta
y das la vuelta alrededor del parque,
cuando te persiguen los automóviles
con faros rotos
y por ahí aparece el auto del hombre
que murió ahogado.
Dime en qué piensas cuando nadas
y te sumerges hasta el fondo del mar;
si deseas ya no pensar
sino voltear la esquina,
detenerte,
tomar un agua cielo,
y seguir dando vueltas alrededor del parque.
Dime por qué detienes la mirada en el anciano filatelista
que pasea de la mano con su enfermera,
en la pareja que sentada en una banca se acaricia
frenéticamente,
en el perro que orina sobre el poste de luz.
Dime por qué detienes la mirada en ellos
y en cada vuelta alrededor del parque ya no los reconoces;
y aunque escuches decir
que no hay nada más aburrido que dar la vuelta alrededor del parque,
piensas en lo que piensas a la hora de introducirte al mar
en que mañana tendrás que sacar la basura,
recoger a los niños de la escuela,
buscar el lugar y el momento preciso para amar…
Y tú sin darte cuenta,
mientras haces todas esas cosas,
desearás recuperar la ansiosa necesidad de dar la vuelta
alrededor del parque
porque en el momento en que piensas en todo aquello
te impides sentir el viento acariciar tu rostro, tus manos, tu espalda;
a la vez que te impides sentir el agua salada
cuyas gotas brotan de tu cuerpo como pequeñas esferas de sal;
porque cuando coges la bicicleta y das la vuelta alrededor del parque
esperas que una ola te tumbe y te deje varado en la orilla
en una tarde azul.
SI HUBIESE NACIDO A LAS 15:00 HORAS . . .
 Si hubiese nacido a las 15:00 horas
del segundo jueves de junio del año 37
sería un jazzista negro con saxofón en mano
tocando en los honky tonks de New Orleans;
no levantaría la ceja derecha cuando soplo
ni tocaría la cítara a medianoche cuando no te veo llegar,
no sufriría de turet
ni asistiría al psiquiatra dos veces por semana,
no fumaría una cajetilla de cigarros a diario
ni rechazaría a los perros por temor a que orinen
encima de mí.
 Pero lamentablemente,
resulta ser que no soy nada de lo que hubiese sido
de haber nacido en la fecha apropiada.

Y aunque no soy negro
ni saxofonista
ni conozco New Orleans,
a la mañana siguiente
nuevamente pensaré en lo que no he sido
por no haber nacido el segundo jueves del año 37;
resignándome a haber nacido el día de la salamandra
que pocas veces cae jueves
y que a las 15:00 horas
me recuerda a un jazzista negro con saxofón en mano
tocando en los honky tonks de New Orleans.